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Crónica sobre la reactivación del turismo en La Candelaria-IDT

Entre los sabores, la suave brisa y la historia, se reactiva el turismo en Bogotá

 

Desarrollamos un recorrido por los diversos caminos en los que se siente la historia que aguarda la localidad de La Candelaria en la capital colombiana. Allí, tomó vida un plan interinstitucional, para activar el turismo, el comercio y la vida cultural, cargada de buena comida, naturaleza y magia. ¿De qué se trata? Acá les contamos.

 

Por: Instituto Distrital de Turismo (IDT) de Bogotá

 

Nunca lo dudamos, jamás se nos pasó por la mente, que la magia y el encanto de La Candelaria se hubiera ido, mientras nos cuidábamos en casa y nos preparábamos para recibir a los turistas en la capital que es de todos. El amor ha vuelto al Chorro de Quevedo, a ese sitio emblemático de la localidad de La Candelaria en Bogotá, que se ha diseminado entres calles y carreras; en donde el aire que proviene de los Cerros Orientales, nos constata que estamos a 2.600 metros más cerca de la vida.

 

El afecto, los abrazos aplazados, las sonrisas suspendidas, la vida en familia, los niños corriendo, el puesto de venta de chicha tiene a dos consumidores separados el uno del otro, ha vuelto el sol, aunque sean los últimos momentos de intensidad del día. Entonces, una pareja de jóvenes enamorados, redescubren los murales que habitan en la Calle del Embudo, mientras el novio, aprecia una artesanía indígena que le ha comprado a su novia y que ahora se mantiene en su cuello. Se han lavado las manos, han pedido al mesero su cena romántica, la mesa que estuvo separada por un aviso de reservado, minutos antes, un sutil rocío de alcohol ha caído sobre esas estructuras de madera y metal. De repente, dos platos de comida humeante han llegado, entre los que se alcanza a apreciar un salmón acompañado de pasta y ensaladas. Son recibidos por un brindis de dos copas de vino tinto que nos presenta a esta “Nueva Realidad”, que ya sabemos, jamás nos quitará el impulso y los pálpitos de amor, como los que se prodigan Mateo Restrepo y Julia Jaramillo, ella de 22 años, y él de 26, ambos estudiantes universitarios. 

 

Para que todo lo anterior sucediera, transcurrieron semanas de planeación, proyección y coordinación entre el Instituto Distrital de Turismo (IDT), la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA) y la Alcaldía Local de La Candelaria; para darle vida a un robusto programa de reactivación en el Centro Histórico, denominado: “Los Fantasmas de La Candelaria”. Este es un espacio que se encuentra diseñado para darle una nueva vida a la actividad económica, el turismo y la cultura, a este importante e histórico sector de la ciudad. 

 

Además de los personajes que animan las tardes y noches bogotanas en el centro, están en marcha, los planes de la Administración Distrital, como: las Ferias Artesanales, las zonas gastronómicas y culturales de “Bogotá A Cielo Abierto”, y la renovada Plaza de Mercado de La Concordia.

 

Cabe resaltar, que, a este plan, también se suman las empresas y colectivos turísticos, los cuales se han unido para que propios y visitantes, conozcan los secretos y las historias que se esconden en las tradicionales calles del centro bogotano. Los recorridos turísticos en la capital del país vuelven, de forma escalonada, para divertir a propios y a visitantes. El uso del tapabocas, el distanciamiento físico y las restricciones en el número de asistentes a las diversas actividades, se encuentran ajustadas de acuerdo con los protocolos de bioseguridad establecidos por las autoridades de salud. Los recorridos fueron habilitados desde el 14 de octubre y van hasta el 1º de noviembre, de miércoles a domingo, de 1:00 p.m. a 9:00 p.m.

 

Los circuitos temáticos son operados por agencias de viajes oficiales, las cuales ofertan alternativas con diversos componentes, tan variados como los gustos de los asistentes. Toda la información puede consultarse en la página web https://planbogota.bogotadc.travel/, que se encuentra habilitada para impulsar la reactivación del sector y recompensar el esfuerzo de todos los involucrados, en especial de los guías, quienes se han convertido en el hilo conductor y orientador de estas actividades.

  

¡De la mano con la historia!

 

La afamada canción `Want a What a Wonderful Wolrd´, que fuera inmortalizada en 1967 por Louis Armstrong, sonaba y mientras llegaba a su final, guías turísticos convertidos en ocho personajes relevantes de la historia del país, y que tuvieron su paso por Bogotá, se organizaban para tomar vida de 1:00 p.m. a 5:00 p.m., por las decenas de calles de la localidad de La Candelaria y traer nuevamente a figuras como: Policarpa Salavarrieta, El Virrey Solís, La Lavandera, Manuelita Sáenz (con el rol de dama elegante y en la noche La Generala Guerrera o la “Libertadora del Libertador”), el Bobo del Tranvía,  la Monja de la Calle de la Peña, Feliciana Vásquez de Arce y Ceballos y María Arias de Ugarte. 

 

Por su parte, en el segundo turno que se desarrolla de 5:00 p.m. a 9:00 p.m. se puede disfrutar en los días mencionados, con la presencia de figuras históricas como: La Loca Margarita, Manuelita Sáenz, La Pola, El Espeluco de las Aguas, La Novia Plantada, Trinidad Forero, La pareja de enamorados del balcón, el Fantasma de la Casa Verde, el Dr. Jaime Raimundo Russi, Rafael Pombo y Elvira Silva. 

 

Cuántas historias ajusta la vida misma, que muchos de estos personajes que ahora podemos disfrutar nuevamente, fallecieron aquejados por múltiples pandemias que han azotado a la humanidad, muchas parecidas a las de hoy. La historia tiene sus ciclos trágicos, exponen algunos académicos. Por ejemplo, Policarpa Salavarrieta, quien falleció en 1817, se fue de este mundo fusilada por el ejército realista en lo que se conoció como la Plaza Mayor, pero a su familia entera (papá, mamá y dos hermanos), fallecieron por culpa de la viruela negra. 

 

Por otra parte, caminando un poco más y entre la esquina del Embudo y la Plaza de la Concordia, se encuentra con la figura del Virrey Solís y su historia escalofriante de amores prohibidos, quien además falleció a causa del virus de la gripe en una Semana Santa del siglo XVIII. Pero no todo es triste, allí sabemos que este exintegrante de la orden de los Franciscanos, impulsó el desarrollo urbano con la construcción de puentes y colaboró en la vida de muchas personas con actitudes altruistas y benefactor de múltiples causas sociales. 

 

Cuando se llega al punto de la Calle 10ª con Carrera 2ª, nos encontramos con el relato apasionante de Manuelita Sáenz, quien el 23 de noviembre de 1856, en Paita, Perú, falleció cuando estaba a punto de cumplir los 59 años de edad, y su vida se apagó por causa de otra pandemia, la de la difteria que azotó la región, y que en su caso, afectó las vías respiratorias altas, garganta y nariz, provocando una mucosa que le generó dificultades respiratorias al acumularse.

 

En dichos recorridos, también se puede disfrutar de historias tan apasionantes y de amor vibrante, como la monja con el alma en pena, conocida como María Teresa de Orgaz, quien se fugó con su novio, el oidor Bernardino Ángel de Isunza, en 1701 del claustro de Santa Clara, en donde hoy día queda el museo que lleva el mismo nombre y fue reencontrada en Centro América.

 

La brisa sopla con más fuerza, la noche ha llegado, se han encendido las luces que rodean el Camerín del Carmen, una estructura construida en 1655 para cumplir con fines religiosos, luego militares y educativos; en donde en la actualidad funciona como una sala de teatro con capacidad para 500 personas, y que se encuentra ubicado en la Calle Triunfo, entre calles 6d y 9ª, del barrio La Candelaria. 

 

Algunas personas que han llegado con una de las agencias de viajes oficiales, que se han sumado a esta iniciativa, ofreciendo diferentes alternativas con distintos componentes, frotan sus manos, otra lleva un canelazo, otra, un tinto; respiran profundo para seguir sumergiéndose en la inagotable e inabarcable cultura histórica bogotana, que ahora podemos disfrutar con distanciamiento social, con las manos lavadas y teniendo en cuenta, que seguimos aprendiendo, así debamos usar de forma obligatoria; una mascarilla para cuidarnos mejor y que nos oculta la sonrisa que aún tenemos.   

 

 

Mayor información: 

Asesoría de Comunicaciones IDT.

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